Signos de alarma entre los 0 y los 3 años

Por Virginia Miramón

Cierta es la expresión de que los bebés no vienen al mundo con “manual de instrucciones”. A partir del segundo hijo y posteriores, los padres ya contamos en nuestro haber con la experiencia del primogénito, pero cuando somos primerizos suelen ser constantes las dudas que nos asaltan sobre el desarrollo de nuestro bebé, fundamentalmente por desconocimiento, falta de referencia e inexperiencia: “¿Son normales las conductas que realiza nuestro hijo a su edad? ¿Va alcanzando lo esperado o hay algo que debería llevar a cabo a su edad y que aún no hace? ¿Habrá algún tipo de retraso o desviación en su desarrollo con respecto a la normalidad?”,… entre otros muchos interrogantes.

Con el fin de calmar la ansiedad que algunas de estas cuestiones nos pueden generar como padres y con un carácter orientativo, es posible identificar algunos signos de alerta o conductas que podrían estar presentes en nuestros hijos entre los cero y tres años y que podrían llamar nuestra atención. Un signo de alerta o alarma es la expresión de una desviación del patrón normal de desarrollo. Su presencia no tiene que suponer necesariamente la existencia de una patología o trastorno en el niño, cuya detección, diagnóstico e intervención precoces, por otra parte, podrían resultar determinantes en su evolución y pronóstico en el caso de existir. Por ello, para evitar falsas alarmas y considerando las edades y periodo evolutivo en el que nos movemos, sería imprescindible que se dieran simultáneamente al menos dos o más de los síntomas que se indican y siempre al final de cada etapa o periodo de edad establecido o persistiendo tiempo después.

 3 meses No fija su mirada en el rostro del adulto o en los objetos ni sigue éstos visualmente; no reacciona ante los sonidos ni gira la cabeza hacia el lugar de dónde proceden; no mantiene la cabeza erguida durante varios segundos; hay ausencia de sonrisa ante caras conocidas; irritabilidad persistente sin motivo claro; dificultades de succión o deglución al comer o rechazo constante del alimento; duerme demasiado o, en el extremo opuesto, apenas concilia el sueño.
  6 meses No emite ningún sonido; no atiende cuando reclamamos su atención o no nos mira a la cara cuando le hablamos; no hay sonrisa social o su expresión es fría o poco variable; no se interesa por el entorno; el niño está muy blando o excesivamente rígido; mantiene las manos siempre cerradas y con el dedo pulgar incluido dentro del puño; no coge objetos, le cuesta mantenerlos o no utiliza una de las manos; tiene dificultad para adaptarse a los cambios (de situaciones, personas, alimentos).
9 meses No se mantiene sentado; no intenta ir hacia los objetos para cogerlos; no emite sílabas ni realiza juegos vocálicos; no comprende el significado de palabras o situaciones cotidianas; no distingue a los extraños; no participa en típicos juegos familiares: cucú-tras, lobitos, palmitas,…; no manipula los objetos con mucho interés; al ponerlo de pie, no se esfuerza por mantenerse; no voltea; no señala.
 12 meses No se pone de pie con apoyo; no coge objetos pequeños con los dedos pulgar e índice (pinza); no repite sílabas encadenadas: mamama, papapa, tetete,…; no imita ningún gesto; no responde a su nombre; hay una falta de interés por desplazarse; no es capaz de ponerse a cuatro patas; no pide objetos ni expresa deseos.
 18 meses No anda solo o con ayuda; no comprende órdenes sencillas; no dice palabras con significado o presenta jerga con la intención de comunicarse; no señala con el dedo índice para pedir o compartir; no come alimentos sólidos ni bebe en vaso; falta de juego imitativo ni muestra interés por los niños y juegos que le rodean; no expresa emociones (alegría, cariño,…); hay una conducta estereotipada o repetitiva; crisis de cólera y dificultad para calmarse.
 2 años No corre ni sube y baja escaleras con ayuda; no imita actividades cotidianas: dar de comer a la muñeca, conducir un coche,…; no dice frases de dos palabras; no hace garabatos con un lapicero; no reconoce imágenes ni distintos espacios (dormitorio, baño, cocina,…) muy familiares; no señala las principales partes del cuerpo.
 3 años No chuta una pelota ni se mantiene sobre un solo pie; no usa un vocabulario amplio ni pronombres personales; no se relaciona con otros niños ni muestra curiosidad por nada; no controla el pis durante el día ni lo pide (tampoco la caca); utilización exclusiva de palabras aisladas, sin conexión entre ellas; no imita trazos sencillos (vertical, horizontal); no para de moverse y cambia de actividad constantemente.

Consultar al especialista

Finalmente, es importante tener en cuenta que pueden darse diferencias en el desarrollo evolutivo de cada niño, puesto que se trata de un proceso complejo en el que intervienen muchas y muy importantes variables que están relacionadas tanto con sus características personales como con el ambiente social, afectivo y de estimulación en el que se desenvuelve. También es necesario considerar el ritmo de maduración que posee cada uno y conceder un cierto margen de tiempo, sin alarmarnos, a aquellos niños que muestran avance pero una mayor lentitud en sus adquisiciones.

Aún así, si observamos varias de las conductas a las que hemos aludido previamente, según su edad, en nuestro hijo o que persisten en el tiempo algunos signos de alarma correspondientes a etapas anteriores, lo más conveniente en estos casos es consultar con un especialista.

1 comentario en «Signos de alarma entre los 0 y los 3 años»

  1. […] evolutivo de nuestros hijos entre los 3 y 6 años y cuya aparición, como indicábamos en el anterior artículo, no implica indefectiblemente la existencia de una alteración o patología en el niño. En el caso […]

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