¿Qué son los trastorno perinatales?

La psicología perinatal consiste en la rama de la psicología encargada de la atención, prevención, cuidado y acompañamiento de las madres y sus criaturas. Desde el momento en el que una mujer se plantea convertirse en madre, con todo lo que esto conlleva: la preconcepción, el embarazo, el parto, puerperio y la crianza temprana. También es un acompañamiento a nivel de pareja, durante esta transición de pareja a una nueva familia.

En esta sociedad la mujer tradicionalmente ha quedado relegada y olvidada.  Y si hablamos de mujeres que además han sido madres, menos atención reciben aún. El sistema neoliberalista no tiene en cuenta los ritmos de las mujeres y parece olvidarse de las madres.

Es por esto y otros factores, que las maternidades pueden vivirse desde la soledad y el aislamiento.

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¿Sabías que también heredamos las emociones?

No es lícito suponer que ninguna generación es capaz de ocultar a la que sigue sus procesos anímicos de mayor sustantividad.

Sigmund Freud

En las familias no solo se comparten rasgos, historias, creencias o enfermedades, sino también, emociones. Las emociones son un legado que llevamos con nosotros desde que nacemos y que, aunque a veces cueste aceptarlo, hemos heredado sin quererlo. Lo curioso es que a pesar de haberlas heredado sin nuestro consentimiento, la manera en la que percibimos y vivimos nuestras emociones en el presente se asemeja mucho a cómo las experimentaron nuestros antepasados generaciones atrás.

Cuando hablamos de herencia emocional, esto no implica necesariamente que vayamos a actuar exactamente como nuestros padres lo hicieron, lo que significa es que estamos predispuestos a comportarnos en esa dirección.

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El confinamiento, el estrés y el trauma

El estrés es la respuesta natural de nuestro organismo a una situación novedosa y/o potencialmente peligrosa. Ante una amenaza, nuestro cerebro se activa y envía señales al resto del cuerpo para que esté alerta. Diferentes sistemas se ponen en marcha para poder dar una respuesta rápida a la situación. Una vez el estímulo desencadenante ha pasado, el cuerpo recupera su ritmo de funcionamiento habitual.

Pero ¿qué es lo que sucede cuando el estímulo o la situación se mantiene en el tiempo?

En ocasiones, cuando la situación desencadenante del estrés se mantiene en el tiempo, puede llegar a ocurrir que la respuesta de estrés (en un principio puntual) se cronifique  y, por tanto, el estado de hiperalerta empiece a ocasionar desgaste y daños en el organismo. Este estrés crónico es dañino y puede llegar a causar una serie de consecuencias en nuestro organismo tanto a nivel fisiológico como mental.

¿Podríamos asemejar la situación de alerta y confinamiento que estamos viviendo con un estresor crónico?

Tal vez. Para que un estresor se cronifique, aparte de la propia naturaleza del estresor (llevamos ya más de 7 semanas en esta situación) es fundamental la vivencia que tenemos nosotros de lo que está sucediendo.

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Cariño, mamá y papá se separan

Actualmente, nuestra sociedad está viviendo muchos cambios que afectan al ámbito familiar, creando nuevos modelos de familia o incrementando la frecuencia de otros que resultaban muy nuevos hace tan solo unas décadas. Un claro ejemplo de este incremento de un modelo de familia alternativo al tradicional es la decisión de muchas parejas de separarse. Tomar esta decisión no es fácil, menos aún cuando hay hijos o hijas de por medio, debido a las consecuencias que esta decisión tiene en sus vidas.

Estas consecuencias que sufren hijos e hijas de parejas separadas pueden estar relacionadas con múltiples factores, desde socioeconómicos por la disminución de ingresos, especialmente evidente y con mayor frecuencia en el caso de la madre, hasta psicoemocionales y relacionales, dada la ruptura a nivel conyugal y el cambio que implica en la dinámica familiar.

¿Qué puedo hacer yo para que mi hijo/a sufra un poquito menos?

En primer lugar, es importante saber cómo podemos darle la noticia.

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¿Cómo manejar el duelo infantil?

A la hora de abordar la noticia de la pérdida de un ser querido, es complicado saber cómo hacerlo con los más pequeños: ¿qué debemos decirle? ¿debemos comunicarle o no la noticia? ¿qué respuestas dar a las preguntas que nos plantearán? ¿Cómo evitarle el mayor sufrimiento posible?

El duelo en la etapa infantil es diferente al que puede presentar un adulto, siendo diferente en cada niño y según la etapa de crecimiento en la que se encuentre.

El duelo se refiere a los significados y conductas que presenta el niño ante la vivencia de una pérdida afectiva significativa. Es un proceso necesario para elaborar e integrar una pérdida, pero en ocasiones, tras esta reacción normal y funcional puede desencadenarse un duelo complicado o patológico, es decir, una intensificación del dolor que impide el proceso de elaboración del duelo deteniéndose en alguna de las fases o incluso no llegando a empezar, impidiendo así avanzar y ajustarse a la pérdida vivida, generando normalmente conductas desadaptativas. Esto sucede así entre el 10 y 20 % de casos.

Los niños manifiestan a nivel emocional el duelo de manera diferente a los adultos. Mientras que éstos lo hacen desde una perspectiva más depresiva, los niños pueden presentar, entre otros:

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¿De qué color son tus secretos?

Este cuento tienen la intención de promover la expresión emocional, prevenir el abuso sexual y abordarlo de manera natural. Según las estadísticas, una de cada cuatro niñas y uno de cada seis niños es abusado antes de la mayoría de edad. Cierra los ojos y, por un momento, piensa en cuántos niños y niñas conoces. ¿Cinco? ¿Tal vez diez o veinte? Entonces seguro que alguno ha sufrido o está sufriendo algún tipo de abuso. Así de grave es este problema.

…Y lo peor es que la mayoría no lo cuentan: por desconocimiento, por culpa, por vergüenza… Lo guardan como un secreto y ni siquiera son conscientes de que, por dentro, ese secreto les está haciendo daño. Por eso es tan, tan importante que aprendan a expresar las emociones que le producen las situaciones en las que se ven envueltos.

La editorial senticuentos nació con la idea de prevenir, entender, promover y fomentar las conducta y pensamientos emocionalmente inteligentes.

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La necesidad de ser reconocido como víctima

Parece una tontería sí, pero si nos fijamos bien, cuando un niño se da un golpe lo primero que hace es buscar a un adulto para que se dé cuenta de lo sucedido. Este gesto simple que a veces pasa inadvertido tiene más implicaciones psicológicas de lo que parece.

La primera fase de la curación pasa porque aquellos que cuidamos del menor nos demos cuenta de lo que le ha pasado.

No hay niño que no busque a sus padres o cuidadores principales cuando le sucede algo. Ya sea un golpe pequeño y un gran tortazo. Si se pillan un dedo, si se dan un coscorrón, si se tropiezan con la esquina de la mesa…lo primero que hace un niño es girarse y buscar el reconocimiento en sus cuidadores de qué es lo que le ha sucedido.

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¿Cómo informar a los niños sobre sucesos traumáticos?

Cuando ocurre algún evento traumático, como padres, solemos estar bastante perdidos sobre cómo informar a nuestros hijos de lo que ha sucedido. Nuestra primera reacción suele ser intentar ocultar a nuestros hijos lo que ha sucedido. Sin embargo, no debemos olvidar que los niños son grandes receptores del ambiente emocional que se respira en casa y si hay algo que nos inquieta o entristece lo captan rápidamente.

Si con nuestras palabras ocultamos lo que ha ocurrido, lo único que conseguimos es que les llegue un mensaje incongruente.

Hace unas semanas nos llamaron de un medio de comunicación para que pudiéramos dar nuestra opinión sobre cómo comunicar a los niños sucedos como el atentado de Manchester que sucedió en un concierto donde acudían niños y adolescetes. En el artículo participaron varios profesionales y, más o menos, todos coincidimos en las mismas cosas.

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¿Sabías que los partos complicados pueden marcar al niño a nivel emocional?

Ojo, ¡no de manera irremediable! Los partos que son largos y se complican suelen dejar una huella emocional en aquellos niños que llegan de esta manera al mundo. No para siempre y de manera imborrable, claro está. Pero en ocasiones, como padres, tendemos a desdeñar la importancia de este acontecimiento.

Recuerdo una mamá de tres que me comentaba que su hija mediana había sido siempre muy apegada. La niña tenía ya más de 10 años y cuando se iba de campamento siempre lloraba y lo pasaba mal. El caso es que la niña quería ir con los amigos y disfrutar pero una vez que estaba lejos de casa, no era capaz de hablar por teléfono con sus padres sin echarse a llorar como una magdalena. Indagando un poco sobre su historia familiar me encontré con un parto bastante traumático donde posteriormente la madre había tenido que ser ingresada y no había podido estar con su niña en las primeras semanas.

Esa primera sensación de seguridad y protección en los brazos de unos padres que se preocupan por el bienestar de su recién nacido es difícilmente sustituible.

Muchas veces durante el parto y el puerperio se presentan acontecimientos que escapan a nuestro control y que nos ponen en una situación de forzosa separación del recién nacido.

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