¿Qué pasa en las familias donde aparecen Trastornos de la Conducta Alimentaria?

Como psicólogos infanto juveniles los trastornos de la conducta alimentaria (TCA: Anorexia o Bulimia, por ejemplo) resultan preocupantes. Evidentemente, hay muchos factores que influyen en que un chico o una chica desarrolle anorexia pero desde la psicología familiar sistémica se ha tenido siempre claro que en este tipo de trastornos, la estructura familiar juega un papel importante.

La familia es el primer contexto social donde se producen los aprendizajes tempranos y el tipo de interacción familiar tiene mucho peso en la aparición de trastornos mentales.

Un estudio recientemente publicado en Actas Españolas de Psiquiatria ha querido saber cuáles son los factores familiares que influyen en la aparición o mantenimiento de estos trastornos.

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Roles masculino y femenino ¿heredados o aprendidos?

Por Ainhoa Uribe

Cada vez que nos reunimos un grupo de madres y padres con varios niños termina surgiendo el tema: los niños son unos brutos mientras que las niñas muestran, desde bien pequeñas, ciertas dotes para el cuidado de los demás y el autocuidado. Los juguetes favoritos de los niños son las construcciones, los puzzles y todo aquello que se pueda lanzar por los aires y golpear mientras que las niñas optan claramente por los bebés, peluches, biberones o carritos de paseo y se entretienen enormemente en ponerse/quitarse la ropa, los zapatos, peinarse, limpiarse o acicalarse.

Si además, se inicia la conversación sobre si estos comportamientos son heredados biológicamente o aprendidos e inculcados socialmente, ya está la polémica servida.

Y es que:

La división de roles entre hombres y mujeres es un tema siempre candente y sensible para los padres.

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Soy el hermano de…

Por Virginia Miramón

La llegada de un nuevo miembro a una familia supone un importante cambio no sólo en su rutina habitual, sino también en la vida de todas y cada una de las personas que la conforman. Este cambio resulta aún más espectacular cuando el nuevo integrante de la familia presenta una discapacidad.

Nuestra mirada y reflexión en el día de hoy se va a centrar en esas personitas que, con mucha frecuencia y sin que sea de un modo intencionado, son relegados a ser actores secundarios en esta nueva película: los hermanos.

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¿Sabías que normalmente los problemas psicológicos de un niño son la señal de toda una familia disfuncional?

Leo un artículo sobre el aumento de los problemas de salud mental en los niños y adolescentes a causa de la crisis. En él se habla de un estudio realizado por la Federación de Entidades de atención y educación a niños y adolescentes (Fedaia) y la Universidad de Barcelona con 35.000 familias. Debido a los problemas económicos las familias presentan mayores niveles de ansiedad, alcoholismo, malos tratos y desatención infantil. Parece que los padres centran sus preocupaciones en otras cosas y descuidan los lazos afectivos.

Entonces…¿quién tiene el problema, los niños o sus padres?

Para mi claramente hay un de los extermos en esta polaridad que es el que lleva la responsabilidad y el otro que carga con las consecuencias.

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Los padres también tenemos necesidades

La mamá de Leo (3 años) y Emma (4 meses)

He de reconocerlo, no soy una madre abnegada; yo también tengo mis necesidades.

Desde el día 1 del nacimiento de mis hijos he compartido la maternidad/paternidad con mi pareja más o menos al 50%, cometiendo ambos muchos errores (como corresponde a todo padre/madre primerizo) pero dando ambos lo mejor de nosotros mismos. Eso sí, con un límite: ese que te permite enseñar a tus retoños que los demás también tienen sus necesidades.

Cuando Maslow (Abraham Maslow,1943, «A Theory of Human Motivation«) en su pirámide de necesidades, hace una jerarquización de éstas en 5 niveles y llama a los cuatro primeros niveles “necesidades de deficit”, quiere decir que estos primeros niveles son necesarios para no sufrir ciertas carencias o padecer determinadas patologías como depresión, alienación, invalidez emocional….

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¿Sabías que el aburrimiento es el gérmen de la creatividad?

El aburrimiento es una sensación que podríamos llamar desagradable, que nos hace sentir que perdemos el tiempo cuando no tenemos algo que nos distraiga o entretenga. Y, por regla general, tendemos a evitarlo realizando todo tipo de actividades o pasatiempos.

Muchas veces nos asusta el hecho de que nuestros hijos se aburran porque esto puede hacer que su comportamiento sea difícil: se ponen nerviosos, quejosos, interrumpen más, se muestran desobedientes y se dedican a realizar tareas que no hacen en otras circunstancias. Y ahí está la clave.

Cuando un niño está aburrido, tras un primer momento de queja, suele buscar solución a su aburrimiento inventando nuevos juegos o entretenimientos.

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¿Sabías que los niños suelen portarse peor en las vacaciones?

El «efecto vacaciones» es bien conocido por maestros y profesores. No hay más que acercarse  a un colegio a principios de septiembre para escuchar a cualquier tutor de aula diciendo que los niños están ingobernables, que han vuelto muy revolucionados del verano o que no hacen ningún caso. Y el tema se repite a lo largo del año escolar tras las interrupciones de Navidad o Semana Santa. Este efecto se nota incluso en aquellos alumnos más revoltosos tras la vuelta de cada fin de semana. Los lunes suelen ser días más difíciles para estos niños.

También los padres son conscientes de este fenómeno. En cuanto los niños no tienen que ir al colegio se nota que les cuesta más seguir las normas y los horarios.

Pero, ¿por qué sucede?

¿Acaso los niños deciden aguantar sus ganas de portarse mal hasta que están en casa? o ¿será que todas las profesoras/es tienen más mano con los niños que sus propios padres?

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¿Sabías que las mascotas ayudan a los niños a relacionarse?

Tener algún animal en casa es algo que casi todo niño desea pero que la mayoría no consigue. Bien por alergias del propio niño o de los padres o bien por la dificultad logística que supone tener que atenderlo o el espacio que ocupa.

Lo que muchos padres no contemplan es que relacionarse con animales domésticos enseña a los niños muchas cosas acerca de las relaciones sociales.

Cualquier niño se beneficia de tener una mascota y supone un gérmen de responsabilidad y cuidado hacia un ser vivo si los adultos le ayudan a entender las tareas a realizar y lo comparten con él. Pero hay dos tipos de caracteres que se benefician especialmente de tener a su cuidado un animal: los niños que son extremadamente tímidos y aquellos que resultan demasiado impulsivos a la hora de relacionarse con los demás.

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El ratón, el monstruo y yo

El ratón, el monstruo y yo es el libro más conocido de Patricia Palmer, psicóloga clínica. Ha editado varios textos en torno al tema de la autoestima en los niños y adolescentes. Algunos de ellos traducidos al castellano, como este que presentamos hoy aquí.

El ratón, el monstruo y yo hace referencia a las distintas formas de comportarnos que podemos adoptar a la hora de relacionarnos con el otro. Podemos ser un monstruo que avasalla todo lo que se le pone en su camino, sin respeto a quien tenemos delante y que resulta agresivo para todo el que se acerca a él. El ratón es, por otro lado, aquel que por miedo no se atreve a decir u opinar algo distinto a los demás. Calla y obedece sin rechistar. De esta forma tan gráfica los niños entienden que nuestro comportamiento a nivel social queda comprendido en un contínuo que va desde la agresividad a la pasividad más absoluta. Para alcanzar la asertividad, nos tendremos que colocar en un punto medio de equilibrio.

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