Hay ocasiones donde las relaciones familiares están claramente deterioradas y es en estas circunstancias donde se hace necesaria la figura de un mediador. Una persona imparcial, ajena al grupo familiar que ayude a las partes a adoptar un canal de comunicación equitativo y estable donde los implicados puedan llegar a un acuerdo.
También se emplea la mediación en situaciones con menores donde las visitas estén reguladas según ordenanza judicial y se haga necesaria la figura de una persona externa que supervise los encuentros.