¿Sabías que los Tics son muy frecuentes en la infancia?

Los tics son movimientos involuntarios que implican varios grupos musculares y sin motivo aparente. Hablamos de tics funcionales cuando no tienen un origen neurológico. Quitando casos más graves como puede ser el Síndrome de la Tourette, la gran mayoría de tics que observamos en la infancia son pasajeros y, a persar de lo que podamos pensar, son bastante frecuentes.

Un tic puede ser parpadear excesivamente, carraspear, frotarse los dedos, hacer una mueca con la boca o dejar los ojos en blanco.

Estos tics se consideran fruto de la ansiedad y el estrés y, en general, se pueden observar en niños que son bastante autoexigentes. Es una manera de canalizar la ansiedad o responden a movimientos que en principio tuvieron su utilidad pero que luego se repiten de manera compulsiva sin finalidad ninguna.

Casi todos suelen desaparecer con el tiempo y no duran más allá de la adolescencia pero existen determinadas circunstancias en las que se pueden cronificar y convertirse el tic en algo realmente molesto e inoportuno.

¿Y qué podemos hacer los padres si nuestro hijo tiene un tic?

Atendiendo al origen ansioso del tic, lo primero que tendríamos que tener en cuenta es no aumentar el nivel de ansiedad del niño. Lo mejor es no hacer comentario alguno sobre el tic para no remarcar ese comportamiento. Tampoco suele resultar pedir al niños que voluntariamente no lo haga. El niño tiene la impresión de que es algo incontrolable y que no puede evitar hacerlo. Aguantarse las ganas de carraspear o parpadear puede significar una tensión aún mayor.

En lugar de esto, la solución pasaría por buscar momentos a lo largo del día y de la semana donde practicar la relajación muscular o a través de la respiración. Así, poco a poco conseguiremos disminuir el nivel de ansiedad y el niño irá interiorizando ritmos respiratorios que le aporten tranquilidad y serenidad.

¿Qué hacer entonces en el momento en el que aparece el tic?

Como hemos dicho, no debemos remarcar que está teniendo un tic y tampoco debemos pedirle que pare. Entonces, ¿qué podemos hacer en el momento para que deje de hacerlo?

En este caso, al observar que se está produciendo un tic debemos pedir que nos mire a los ojos (si no lo está haciendo ya), tocarle en los hombros, la cabeza o cualquier otro gesto que aporte tranquilidad a nuestro pequeño y transmitirle serenidad y calma a través de nosotros: con la respiración o con nuestras palabras. Así conseguimos dos cosas: una, romper el círculo que se crea con el tic–descarga de ansiedad–nerviosismo–tic ya que le hacemos parar, sea lo que sea que esté haciendo y dos, le damos una pauta de cómo aplicar la relajación que está aprendiendo.

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