¿Sabías que la manera de afrontar un diagnóstico de autismo repercute en la calidad de vida de toda la familia?

Todos los que somos padres o educadores de niños con discapacidad entendemos que tener un niño con un diagnóstico dentro del espectro del autismo no es, a primera vista, fácil.

Normalmente, el diagnóstico de autismo (así como el de otras condiciones que limitan el desarrollo evolutivo) llega tras meses sospechando que algo no va como debería, muchas pruebas médicas, visitas a distintos especialistas, pasos por centros privados, etc.

Una vez confirmado lo que sucede (y hay ocasiones en las que no se puede afirmar con rotundidad un diagnóstico), se buscan alternativas para tratar los problemas que van surgiendo: medicación, terapia psicomotriz, estimulación temprana, logopedia, apoyo escolar,… Y, al final, estos niños, acaban por arrastrar agendas llenas de actividades y tratamientos. Evidentemente, sus padres también lo sufren y todo esto merma la calidad de vida familiar.

Sin embargo, según un reciente estudio realizado por la UNED, parece que todo depende del color del cristal de las gafas con las que se mira. Es decir, se ha podido observar que la calidad de vida familiar está muy influida por la manera particular que cada madre o padre tiene de afrontar los problemas, la percepción que tiene de los mismos y por el apoyo social percibido. Y no tanto por el grado de severidad del autismo del niño.

Así, las autoras hablan básicamente de dos estrategias a la hora de abordar problemas. Positivas: que consisten en centrarse en el problema y buscar alternativas y recursos para solucionarlo. Negativas: que buscan evitar, negar o incluso escapar de la situación.

Si una persona que normalmente hace uso de estrategias positivas de afrontamiento, le sumamos que percibe el problema como un reto y no como una amenaza, su calidad de vida permanecerá estable con independencia de las dificultades a las que tenga que haccer frente.

El estudio también nos da la oportunidad de plantear soluciones a las dificultades que normalmente encuentran los padres de niños con autismo. Se podrían implementar programas donde trabajar precisasmente las estrategias de solución de problemas. Además, sabemos que si mejoramos el apoyo social que reciben de exterior estos padres, su calidad de vida y bienestar familiar se verá reforzado.

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