La magia de la Navidad

Por Ainhoa Uribe

Ahora que nos queda muy poquito para empezar las Navidades a los padres nos surgen las mismas dudas de todos los años.

¿Es bueno o necesario que los niños reciban tantos regalos en Navidad?

¿Contarle una historia sobre los Reyes Magos o Papá Noel en el fondo no significa que estamos engañando a los niños?

¿Sólo debo celebrar estas fechas si soy creyente?

Por supuesto, siempre conviene moderar el número de regalos que reciben los niños. Pero como todas las tradiciones culturales, la Navidad supone una manera de transmitir ciertos valores y creencias a los niños.

Más allás del significado religioso de la celebración, sobre el que ya hemos hablado en otro sitio, lo cierto es que a través de las historias navideñas educamos a los niños en los valores de la sociedad a la que pertenecen.

Los niños hasta los 8 o 9 años (o más) mantienen todavía la creencia en seres mágicos con poderes extraordinarios. Los padres tenemos la falsa creencia de que si fomentamos o alimentamos estas ideas, estamos creando niños excesivamente fantasiosos que no son capaces de entender la realidad. Y no es cierto. Fomentamos su creatividad e imaginación más que hacer niños fantasiosos.

Gracias a los rituales de la Navidad estamos trasmitiendo de forma metafórica una serie de conceptos.

Primero, les ayudamos a crear la rutina de hacer una parada anual en su vida, no para descansar (como ocurre en las vacaciones de verano) sino para reflexionar. Los niños así interiorizan el modelo adulto de pensar en todo lo que hemos hecho en el año, si hemos merecido ser gratificados por ello, qué cosas son las que deberíamos cambiar para el año que entra (los propósitos de año nuevo son fantásticos tambíén para los niños) y, sobre todo, nos permitimos creer en que mejorar es posible.

Segundo, con la celebración de la Navidad también estamos agradeciendo todos los acontecimientos pasados y dando la bienvenida a lo que está por venir.

Tercero, los Reyes Magos o Santa Claus representan de alguna manera una figura paterna que nos premia y da ánimos para continuar adelante.

Y cuarto,  saciamos su necesidad de vínculo a una gran familia. No es raro que durante las navidades los niños vean a familiares que no ven en otras fechas. Así, potenciamos su sensación de pertenencia a un grupo que es tanto familiar como social.

Y, por supuesto, no debemos olvidar que las Navidades también despiertan en nosotros, los adultos, nuestro niño interior y eso nos hace sentirnos de alguna manera más cercanos a nuestros hijos.

¡Feliz Navidad!

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