Donde viven los monstruos

El cuento “Donde viven los monstruos” publicado en 1963 por Maurice Sendack y ganador de la Medalla de Caldercott en 1964, es un cuento que a día de hoy les sigue gustando tanto a niños como a adultos. El cuento tuvo tanto éxito que llegó a realizarse un teatro y una película estrenada en el 2009 dirigida por Spike Jonze , producida por el propio Sendak y Tom Hanks, (entre otros) e interpretada por Max RecordsJames Gandolfini y Forest Whitaker, principalmente.

El cuento narra la historia de Max, un niño que como cualquier otro le encanta disfrazarse y hacer “trastadas” por la casa. Un día su madre se enfada con él al no obedecerle y le lleva a la cama sin cenar. Una vez en su cuarto podemos ver el mundo de fantasía de Max donde, tras un largo viaje por su mente nos encontramos con sus monstruos internos, de ojos amarillos y con unas garras terribles, que a pesar de tratar aterrar a nuestro protagonista éste se enfrenta a ellos y se convierte en su rey. Aunque se encuentra muy a gusto en este mundo se siente solo y decide regresar a la realidad, donde le esperaba la cena, que aún estaba caliente.

Este libro, cuando se publicó causó mucho revuelo porque no era el típico cuento infantil “bonito” y con una historia feliz, en cambio, se ve un niño contestón y rebelde, además de ciertos monstruos que le asustan. Ha causado desde su fecha hasta hoy numerosas formas de interpretarlo, desde que los monstruos son los miedos del pequeño protagonista a los que consigue hacer frente, hasta que son sus propios impulsos que le hacen comportarse de una forma inadecuada y que amansándolos puede controlar, pasando incluso por la propia rabia o ira que tiene el pequeño dentro.

Al final, cada un@ podemos hacer nuestra propia reflexión y por supuesto, llevarnos una valiosa enseñanza, y es que, el mundo psicológico de l@s niñ@ tiene infinitas posibilidades. Lo que si está claro es que el cuento nos enseña la gran capacidad de autorregulación que tienen l@s niñ@s donde se ve como nuestro protagonista pasa de un enfado monumental a ser capaz de autorregularse gracias a su rico mundo interno donde puede acudir siempre que lo necesite.

Por Alba Redondo.

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